viernes, 30 de noviembre de 2012

INTRODUCCIÓN

Cuando ya estamos en el Siglo XXI y la intensa revolución tecnológica del siglo pasado, nos encontramos con aulas que cuentan sólo con pizarras, tiza y papel, además de mesas y sillas.
¿Dónde está la innovación en el aprendizaje?. Ante esto hemos de plantearnos utilizar la tecnología. Si pensamos en el modelo educativo y formativo tradicional, este genera frustración. Tenemos alumnos que son nativos digitales, es decir, han nacido en la era tecnológica asimilándola en su crecimiento de la misma forma que el habla. Sin embargo, no es eso lo que utilizamos en nuestras clases. La tecnología permite cambios para enseñar a vivir en la sociedad del S. XXI. Si bien es cierto que el término tecnología lo utilizamos los profesores, los alumnos no, nacieron con ella. Somos diferentes a ellos, por tanto, los métodos tradicionales no sirven igual. Como dice Marc Prensky los inmigrantes digitales, en este caso los profesores lo son, hablan con acento, les cuesta entender y por tanto expresarse digitalmente. Quizás sea este el motivo por el que no llega a ser tan demandada la tecnología como instrumento para la impartición de nuestras clases.

    Como bien dice A. Clark, tenemos que preparar a los jóvenes para afrontar su futuro, no nuestro pasado.

     Existe otro concepto sobre el que es necesario reflexionar en nuestra forma de actuar ante nuestros alumnos: La creencia de pretender que una persona aprenderá automáticamente por el hecho de exponer información, utilizando el modelo “yo sé, tu no sabes, yo te cuento”. En este caso el trabajo del profesor es del 95%. Frente a esta postura existe encontramos a William Glasserin y sus Seven ways of knowing:

     Aprendemos…

                              10% de lo que leemos,
                              20% de lo que oímos
                              30% de lo que vemos
                              50% de lo que vemos y oímos
                              70% de lo que discutimos con otras personas
                              80% de lo que intentamos
                              95% de lo que enseñamos a otras personas

    Así pues, podemos llegar a desaprovechar alrededor del 40% del posible rendimiento de los alumnos si la clase tradicional no se acompaña de otros materiales que constituyen el soporte de la información de nuestros alumnos. De ahí la necesidad del uso de la Pizarra Digital en nuestras aulas. Una herramienta que puede acercarnos, en nuestra comunicación con los alumnos, a su forma de entender el conocimiento y adquirirlo

     He creado este blog con el fin de analizar en primer lugar qué es una pizarra digital, cuales son sus componentes, y finalmente las ventajas e inconvenientes que comporta el uso de la PDI en el aula como un recurso muy útil en el proceso de enseñanza-aprendizaje. Para llevar a cabo dicho análisis, voy a aportar mi punto de vista primero como alumno, ya que he podido recibir clases impartidas en este formato, y segundo como docente, a la hora de usar este recurso en mis clases. En general y según mi experiencia, me gustaría comentar que el uso de la PDI ha sido bastante productivo. Las ventajas son numerosas y los inconvenientes escasos y relacionados, en muchos casos, con factores externos a nuestra iniciativa o interés respecto a su uso.